miércoles, 17 de junio de 2009

CASI ME DISTE A GUARDAR UN SECRETO

Creo que tenía 19 años cuando por primera vez sentí esa sensación de "ay que monse", cuando una hermosa chica de la cual andaba absolutamente enamorado y que hasta hoy recuerdo como mi primer amor, pero esencialmente como mi primer gran desamor, ya que finalmente nunca pude estar con ella por esa mi recurrente falta de atrevimiento, decisión y creo que hasta de agallas. Pero el punto es que Jessica iba a venir a mi casa, había encontrado un pretexto perfecto para poder pasar una tarde a su lado, veríamos una película en mi antiguo VHS, así que alisté mi cuarto durante dos días, limpié, ordené, decoré, puse detalles que hicieron que mi madre dijera ¿ Y a este que le pasa?, ese caótico desorden del cual siempre hice y hago gala se convirtió en una linda y pulcra habitación de un cuasi adolescente de cabello largo, amante de los Beatles y de Charly García.

Hasta que llegó el día, todo estaba listo, si alguien no se sorprendía con esa habitación estaba de veras loca, la cita era un miércoles a las 4 de la tarde, pero media hora antes sonó el teléfono, - obviamente el fijo - (en esos tiempos no existían los celulares), así que corrí a contestar y Jessica me avisaba que no se porqué pretexto no iba a venir y plofff¡¡¡¡, como diría Condorito ¡exijo una explicación¡ y desde ese entonces cada vez que me pasa algo similar recuerdo esa primera vez y me digo..ayy huevón , tu sí que no aprendes.

Han pasado mas de 15 años desde aquella vez, y los planes armados tan milimétricamente aun siguen fallando, uno puede preciarse de mucho, pero nunca estamos libres de un roche de ese tipo, y lo peor es que es un roche con uno mismo.

Es sábado por la mañana,estoy sentado sólo en la mesa de mi comedor, tomando yogurt, comiendo tostadas con mantequilla, una empanada mixta y removiendo el café, porque este desayuno que lo había preparado casi con el mismo esmero que había arreglado mi cuarto hace mas de 15 años, fue en vano. La mesa era una belleza, las tazas, los pasteles, el yogurt, las tostadas, la mantequilla, la mermelada, el azúcar, el café, todo en vano ya que nunca pudiste compartir conmigo todo lo que había alistado. Llegaste a mi casa, te llevaste tu bolso y me dijiste que estabas apurada; no podrás negar que te invite a pasar, es mas, me dijiste que tenía una cara de 3 horas de sueño y creo que ni creíste lo del desayuno, pero era cierto, esa mesa se quedo vacía esperando por ti. Lo cual tiene doble merito porqué si consideras que llegué a casa las 3 de la mañana, pude tener el desayuno listo a las 7 de la mañana.

Y como en una película pasan por mi mente todas las veces que invité a alguien a salir y no se apareció y me quede esperando mirando como el reloj avanzaba y avanzaba, escuchando ese insoportable "si desea deje su mensaje en la casilla de voz..." , las veces que fui decidido a mandarme a alguien y no pude, las veces que le pedí a alguien que se quedara a dormir conmigo pero se fue, las veces que le pedí a alguien que no me dejara pero me dejó. Esa sensación de sentirse desolado, de haberle puesto tanto ahinco a que algo ocurriera, de haberlo preparado todo para que las cosas resultarán y siempre al final o el cuarto o la mesa quedaban vacías.

Una vez en Lima practiqué dos semanas salsa para bailar contigo en la reunión de la maestría y nunca fuiste a esa reunión; hace poco organice una super fiesta en mi cumpleaños con la única idea de que fueras pero nunca llegaste, es más me llamaste para decirme que estabas enferma; normalmente amanezco en ukukos esperando que aparezcas pero nunca llegas y hoy después de haber diseñado la forma en que te daría el abrazo por tu cumpleaños, después de haber buscado esa cadena de plata que siento se verá perfecta en tu estilizado cuello y haber diseñado un discurso que empezaría con "lo mejor que me ha pasado en todo este tiempo, ha sido conocerte" pero al final nada pasó, quien podía imaginar que te enfermarías justo en tu cumpleaños, sin embargo el regalo llegó, pero no pude decirte que eres lo mas cercano a un ángel y que no hay nada que me haga mas feliz que verte sonreír y que cambiaría el cielo que me cobija por convertirme en la luna que te arrulla por tu ventana o en las estrellas que te guiaron en el Coylloriti.

He vuelto a casa, como siempre, esta casa sola como siempre, yo estoy solo como siempre y como siempre estoy amaneciendo escuchando esa canción del F que dice "cada vez que yo espero un abrazo, ya no estas". El tiempo ha pasado,es mas, está pasando, se supone que ya no tengo 19, que debí de aprender a no fallar tan a menudo, sin embargo el vacío sigue siendo el mismo de aquella tarde hace mas de 15 años, de aquella mañana con el desayuno servido y la mesa lista y de esta noche sin poder decirte que algo así como el amor está en al aire cada vez que digo tu nombre



1 comentario:

ChinqayCoyllur dijo...

Creo que ya definí cuáles eran esas dos líneas, bueno, al menos aprendiste a bailar salsa... no? jajajaja